Vistas de página en total

viernes, 5 de febrero de 2016

Te temo porque te amo


Ahí estás, tan misteriosa, tan imponente, tan callada... estamos callados. Nuestros labios beben de nuevo de aquel vaso para disimular los silencios. Nada mas me quedan las miradas, de mis nerviosas manos, de mi estremecimiento.
Sigo aquí contemplándote, tratando de encontrar las palabras que te agraden. Y estás ahí como el ojo de mi tormenta, la calma en mis tempestades. Yo que sufro de urgencia por volver a sentir, tu que sufres por verme inútil en las palabras, pues nadie se aventura a encontrarme en mi cabeza.
Me miraste fijamente y entramos es ese misterioso juego de ver quien aparta la mirada primero, y, como no, fui yo quien perdió.
Ruego por encontrarte en cada esquina para comportarme con indiferencia ante tu caminar, aunque mi palpitar sea de desespero. Me daría la vuelta, para ojalá, encontrarme con tus ojos. 
Quisiera ser el hombre que deseas, pero tan solo soy mendigo de emociones. No sabes que soy de esos que se quedan con los detalles: Tú eres de esas que cuando ríes miras al cielo, marcando una sonrisa, frustrando mi fe.
Sabes que te miro sofocando disimulos, para que te desnudes ante mi contemplación, para que ya no haya miedo de quebrar esa mística comunicación.Vivo soñando por caer una vez mas en tu regazo, amparado por estrellas, descendiendo con aliento tembloroso y pasos dubitativos para hacerme sangre en las venas.

En este mundo extraño, solo existe la duda de tu existencia.

Me levando, y sé que estoy solo en estas escaleras que subo y bajo constantemente. Firme, sólo estás tú y poco a poco te das cuenta que subo los peldaños para poderme perder de nuevo y los bajo para hallarte una vez más.
Te encuentro en cada desierto, rogando en silencio por cada minuto sin ruido. Atardece y sigo oyendo voces, pero ninguna palabra. Vivo socavando las fosas de mis dudas, enterrado en cada una de ellas porque el sol ni yo queremos salir.
Convencido que dominaré mares sin sin saber como beber de mi vaso vacío. Rotando como mariposa que vive por un día, enredado en las filas de tus cabellos. En vano pronuncian un nombre, más no haces caso, nos quedamos quietos, fingiendo que no nos importa.
Te temo porque te amo.

Acecho

En el claroscuro de las esquinas te escondes, sonríes furtivamente para volar sin colores por las imágenes. Fluyes por andares insospechados, te desvelas como vapor entre las columnas. Quieres olvidarte de todas las cosas que navegan entre tú y yo, todo aquello que entorpece nuestro mutuo observar. Acecho en silencio, acortando distancias para descubrirte mientras divago con tu imagen. Me muero y no podré hablar.
Tengo en mi pared pegada tu foto y todas las palabras que me olvidé decir, soy de esos que no dice las cosas en el momento apropiado. Y aun no sé que tendrás pegado en tu pared sobre mí.
Me acuesto y no me doy cuenta si cierro los ojos o sueño demasiado, pero aferrado a mi demencia siempre quedará tu aliento y tus pestañas rozando mis mejillas.
Sueño que me balanceo por tus labios y me duermo en tu cara, me comprometí a aprenderme cada lunar de tu cuerpo y cada caricia que me des en la oscuridad.