Las sórdidas palabras que retumban en mis oídos, casi camufladas en el tumulto de las voces. Ahora solo repito una y otra vez que esto acaba de empezar y e siento tan inútil en esta vía sin esperanza.
Estoy harto de ser solo el juguete que el niño apenas coge. Su voz fluye solo por interés y la mía por necesidad. Tan solo me siento como el pobre que no tiene aspiraciones, soy como el latón rodeado de plata. Me siento tan minúsculo que aveces pierdo la esperanza; somos de mundos tan diferentes, somos como el agua y el fuego. Parece que estás ciega para ver lo mas obvio y solo ves la presa indefensa. Tú que eres de grandes deseos y caprichos, yo soy el amo de la sencillez y la paciencia. Somos de mundos tan lejanos coincidiendo en el mismo sitio y estoy bajo el yugo de lo que no tengo, que parece una escalera para estar a tu altura.
Me siento vagabundo tocando sus penas en seis cuerdas en las que cada una guarda un recuerdo tuyo. Sin embargo no guardas pensamientos míos salvo para lo que te interesa.
Y ahora dejo estas palabras sabiendo que fueron escritas por tu propia pluma en manos de tu esclavo.
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