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martes, 21 de enero de 2014

Ensayo de una reflexión del tiempo

La espera es como una semilla, lenta en germinar, termina un ciclo sin esperar. Como un devorador de tiempo, mi único consuelo es que quedaba más al principio. Ahora espero las horas como el día del último suspiro, rodeado del mismo precioso paisaje.
A la sombra de las miradas, ensimismado en mi propio reflejo en el papel. El tiempo es como una moneda al azar, si cae de tu parte, rápido es su paso.
La espera agota a cualquiera,las horas divididas en minutos y los minutos en segundos; una tortura dividir lo inexorable ademas de contraproducente. Un reloj es el enemigo del que espera y si es impaciente un suplicio.
El tiempo debe de ser como un árbol, que no tiene afán por crecer, lo le importan los días, su única preocupación es buscar el sol y a veces el sol sencillamente lo busca a él.
El tiempo es como una canción, a pesar de durar solo unos minutos, representa un trabajo arduo y dedicado; una sinfonía  perfecta no se hace en dos días.
La espera agota a cualquiera, mas solo somos un atisbo en el perfecto tiempo. Que tan frágiles somos que parecemos mariposas de un solo día, como aroma de jazmín nocturno, tan solo un efímero punto en el universo que vive a toda velocidad. Rayando la locura, vivimos con miedo de la inescapable muerte. Deteriorados por el cansancio, degradados por la vida, llenos de desilusiones, eclipsados por obligaciones, no vimos mas allá de nuestro ego y envidia.
Ser joven no significa nada, no hay etapas divididas en esta clara marcha fúnebre; todo es un mismo camino hacia el mismo lugar.
Mientras el sol y la luna sigan flotando en lo celeste, todo sigue igual.
La espera mata a cualquiera, y si es cierto que permanecemos esclavos de las horas y días. Somos la representación del libre albedrío, mas seguimos teniendo un amo en común.
Tentados continuamente por nuestras emociones, quisiéramos romper con todos los esquemas que nos plantean, si fuera tan fácil...
Caminando todos los días en busca de vanidad. Preso de las intuiciones quisiéramos esperar la verdad de un futuro plagado de predicciones. Cuando la moral baja y la idea del Ser Humano se emborrona, nos entregamos a creer en esperanzas dibujadas en cartas o en los astros. Nadie conoce mejor tu pasado que uno mismo, pero el futuro nadie lo sabe.
La espera agota a cualquiera, es que es cierto que nuestra sociedad sigue siendo tan precaria pero mas grande. Uno se queda mirando el flujo de transportes, embobado en la similitud día a día, seguimos siendo  tan salvajes pero al menos llevamos ropa. La ingratitud y la envidia son la misma que hace mil años, pero con mas hipocresía que nunca.
La hipocresía es la mentira mas grande y la mejor planeada en siglos de evolución. Nos preguntamos todo el ato si algo va a mejorar, y a cada paso, se abre otro defecto, otra lacra, en suma un paso bien hecho y diez pasos mas lejos de una utopía.
La espera agota a cualquiera, sobre todo al ser humano, que busca el sentido mas básico en otro ser. Dejamos de vivir por obtener amor, una droga legal, pero muy cara. Segundos de valor y nos desinhibimos de todo. Al igual que la historia los valores cambian y aparecen otros tan malvados que alegrarían al mismo oscuro. Nos hemos convertido en seres de usar y tirar, unos traficantes de sentimientos. Maldad pura sin arrepentimiento alguno. Mujeres transformadas en objetos para disfrutar, como negarse al placer, como no escapar de la soledad, parece tan fácil. sentimientos rotos como hojas de papel, arrugados sin motivo, jugando con personas es mejor, como una estrategia perfecta. Tan fácil para algunos y tan difícil para otros, toma tiempo y dinero. Todo se reduce a tres simples hechos:
Sablazos de dolor, el recuerdo era amor y el olvido superación.























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